Mis recuerdos de 56 años
en el Hospital Narciso López
Mi querido ex vecinal de Lanús...
...Pasaron ya 56 años de aquel 2 de marzo de 1954 que de la mano de mi vecino el Dr “·Lencho”
Guarracino concurri al Hospital Vecinal.
Recuerdo que ese lunes por la noche (las guardias eran de 21 hs. A 21hs) el Dr Guaracino me
dijo,”vestite y entra conmigo al quirófano que vas a ver operar a un gran cirujano, jefe entonces
del servicio de guardia, era el Dr. “Pancho” Francisco Belli. Por entonces las guardias estaban
constituidas por 2 médicos, en general cirujanos, un jefe y un ayudante. Estas se completaban con
2 o 3 practicantes “mayor, menor y externos” de acuerdo a su antigüedad. El Director era el Dr.
Miranda Noergren un cirujano de mucho prestigio, sobre todo en patología mamaria. Siempre
se lo veía de traje, chaleco y un moño en su cuello que le daban junto a su peinado lacio, a la
gomina un aire sumamente aristocratico. La administración estaba constituida por un Consejo
de Vecinos presididos por el Sr. Narciso López . Don Narciso López era un hombre de3 unos 60
años, calvo ligeramente obeso, sumamente perseverante cuando se proponía conseguir alguna
meta, sobre todo fondos del Municipio de Lanus para el mantenimiento hospitalario, puesto que
si bien los profesionales trabajaban ad-honoren era necesario dinero para el resto del personal
y el mantenimiento hospitalario. Don Narciso vivía prácticamente en el hospital, era como le
decíamos “un gallego con mucho carácter”, a veces tenia motivos para quejarse, sobre todo cuando
regresaba del Municipio sin haber conseguido el dinero necesario. El aporte societario vecinal fue
siempre insuficiente para el auto abastecimiento. La guardia tenía comedor y dormitorio donde
actualmente están los consultorios externos y ecocardiogramas.
Los lunes el jefe era el Dr. Raul Spadoni , el “tano” como lo llamábamos siempre estaba dispuesto
a enseñarme y colaborar con todos los practicantes; era una gran persona y además el galán del
hospital. Sin mal no recuerdo el Dr Eduardo Halfon estaba como su colaborador en la guardia.
Los martes estaba el Dr. Lorenzo Guarracino como jefe y como ayudante el Dr. José María Mendez
Los miércoles el jefe de guardia era el Dr. Benzadon, un cirujano con gran ojo clínico-quirúrgico y
sumamente practico. Gran fumador, recuerdo que ayudándole en una intervención salio presuroso
del quirófano, dio 2 o 3 pitadas a un cigarrillo y volvió a calzarse los guantes continuando la
operación. En el hospital contrajo una meningitis que fue tratado en el mismo con buena evolución.
Falleció muy joven (cerca de los 40 años) de una insuficiencia renal crónica.
Los jueves estaba como jefe todo un personaje, el Dr Rosario Demarco. Era voluptuoso en su
temperamento, pasaba de la ira a la risa con suma rapidez. Una mañana con todo el personal a full
para aquella época y cuando no era común el robo de autos comenzó a gritar en el hall del hospital,
me robaron el auto!!! , todos salimos a la calle para ver como podíamos ayudarlo, a los 5 minutos
vuelve y nos dice “perdonen muchachos, había estacionado el coche en otro lugar”. Así era el Dr.
Demarco, mucho fervor pero también mucho corazón.
Los viernes estaba como jefe el Dr. Cayetano Leone, era un gentleman en todo el sentido
de la palabra. Sereno al hablar y trabajar, rubio, vestía siempre chaqueta, pantalón y zapatos
impecablemente blancos. Recuerdo un episodio que ocurrió en dicha guardia, siendo yo Pte.
Mayor llega un hombre quemado con alquitrán, lo llevamos al quirófano para tratarlo, era tanto el
dolor de este hombre que le dije al Pte menor de apellido Gómez Sierra (de nacionalidad peruana)
que lo durmiera mientras lo curábamos. Le coloco el Ombredan (aparato que utilizábamos con
frecuencia sin mayores complicaciones); pero esta vez el paciente tuvo un vomito y entró en apnea.
Rápidamente concurrió el Dr. Leone realizándole una traqueotomía de urgencia, lo aspiro y extrajo
trozos de carne. El paciente quedo con una amaurosis transitoria, recuperándose totalmente. Nos
llevamos un gran susto.
Los días sábados estaban a cargo de 2 practicantes con mucha experiencia, Carlos Blanco y
Gandulfo que luego de recibidos quedaron juntos en dicha guardia durante muchos años.
Los domingos rotábamos en la guardia.
El jefe de Cirugía fue durante mucho tiempo el Director del Hospital Dr. Miranda Noergren. Luego
lo sucedió el Dr Alfredo García Iglesias, que había sido ayudante del Dr. Igarzabal titular de Clinica
Quirúrgica de la UBA. Era un cirujano sumamente ordenado y trató siempre que el Servicio de
Cirugía funcionara como tal. Estricto en los horarios siempre comenzaba sus intervenciones a las
8 hs en punto. Esto le trajo problemas con algunos cirujanos que no se manejaban con sus códigos,
pero siempre tenia tres o cuatro médicos de su servicio disponibles, que lo ayudaban y lo entendían
(Dr. Prandoni, Dra. Castagnola, Dr. Vila y la Dr. Calcagnis (que luego seria su esposa).
El anestesista del Hospital era el Dr. Trevia, un médico mayor que venia puntualmente todas las
mañanas que había cirugía programadas. Cuando por algún motivo faltaba, los practicantes mayores
teníamos que colaborar haciendo la anestesia. Utilizábamos el Ombredan un aparato que funcionaba
con mezcla de éter y aire calibrado de 1 a 7 de acuerdo a la cantidad de la mezcla necesaria,
recuerdo haber realizado anestesia en cirugía mayores (colecistectomia y gastrectomia) sin tener
(gracias a Dios) problemas.
Cuando comencé en el Hospital ya estaban como practicantes Gandulfo, Baldas y Carlos Blanco el
que ya se perfilaba como gran cirujano (como lo fue a posteriori haciendo circulatorio periférico y
cirugía general). Era una gran persona por su generosidad y humildad.
En mi guardia era habitué que el Dr. Guarracino llevara los lunes por la noche algún paciente a
operar. Lencho tenia su anestesista el Dr. Lorences, este salteño era un personaje singular, excelente
en su trabajo, tenia la particularidad de ser muy conversador al punto de querer dar alguna indicación
al cirujano, pero siempre con buen humor, matizando con algún chiste pero respetando siempre al
cirujano que era su amigo.
Muchas son las anécdotas que uno ha tenido en las guardias. En general ningún practicante se sentía
realizado sino operaba una apendicitis; en mi caso, a pesar de mi inclinación hacia la clínica médica
operé y la traje a casa como un trofeo difícil de alcanzar. Por entonces el Pte. Menor de apellido De
Muria estaba deseoso de tener su bautismo quirúrgico. Un lunes a la noche, cuando llego me dice,
tengo una chica con un cuadro de apendicitis. Yo era el Pte mayor así que fui a ver a la paciente, la
examine y le dije”hoy no operas”, porque me pregunta si tiene un Mac Burney positivo, le dije “mira
las conjuntivas, están amarillas” (era una hepatitis viral). A los 15 días me presenta otro paciente
y me dijo, “este si que no me lo vas a revotar”. Lo examino y escucho un soplo tubario en base
pulmonar derecha. Al poco tiempo se le dio y pudo tener su bautismo quirúrgico.
La dirección estaba a cargo en 1954 del Dr. Miranda Noergren. Posteriormente lo sucedió el Dr.
Nicolás Natiello, un verdadero filántropo. Es muy difícil resumir y expresar en unas líneas la
bondad de este clínico pediatra para el que no existía la maldad. Su saludo al colega era siempre el
mismo, nos estrechaba las manos y nos decía una frase celebre e4n el Hospital” Dr. Y amigo”.
Dedico su vida para ayudar al prójimo, vivió y murió en la humildad. Una Unidad Sanitaria lleva su
nombre como un pequeño homenaje a este médico sin par.
En aquel entonces la Dirección era nombrada por la Comisión Administradora. Los médicos
presentaban una terna y la C.A. elegía uno de ellos como director. Así fueron elegidos el amigo y
compañero de Clinica el Dr. Alberto Folino que estuvo muchos años en la Dirección y Jefatura del
Servicio de Clinica Médica como así también el Dr. Orlando Sansostri médico muy querido y que
mucho trabajo para la Institución.
En Clinica Médica en 1954 estaba como jefe el Dr. Ángel Casanova, un prestigioso cardiólogo de
la zona con el cual hasta hace muy poco nos saludábamos para las fiestas. Falleció a los 94 años
completamente lúcidos. Era muy estricto con las indicaciones, lo que le creaba cierta resistencia con
sus pacientes. Tengo muy gratos recuerdos del Dr. Casanova entre otras cosas me enseño hace más
de 50 años a utilizar los dicumarinicos en las trombosis venosas profundas.
Por aquel entonces y durante bastante tiempo Clinica Médica no funcionaba como un servicio
estructurado.. Los médicos no tenían un horario fijo determinado (salvo las guardias). En clínica los
pacientes eran vistos entre media mañana y medio día por los doctores Folino, Evaristo González y
Pérez Gallardo. El resto del día quedaba a cargo de los médicos y practicantes de guardia.
En 1972 los profesionales fueron municipalizados siendo Intendente el Sr. Monserrat y Secretario de
Salud el Dr. Cesar García.
Recién en 1975con los concursos municipales el Servicio de Clinica Médica tubo como jefe de
servicio al Dr. Alberto Folión, como jefe de4 Sala de hombres al Dr. Evaristo González y quien
relata esta historia Jefe de la Sala de Mujeres.
Un hecho sumamente importante ocurrió en 1970 con la inauguración del Materno Infantil. El
Hospital pasa a tener la categoría de Hospital Zonal. Tanto el Dr.Liberto Bases como jefe de
Tocoginecologia y Maternidad como el Dr. Teodoro Puga como jefe de Pediatría le dieron jerarquía
a sus respectivos Servicios y por ende al Hospital.
No puedo dejar de mencionar a las enfermeras y personal de aquel entonces. Cuando llegue en 1954
estaban como enfermeras Rosita Rojas, Griselda, Celia y Luisito, un enfermero que me enseño a
hacer la primera sutura en la guardia al cual veo de vez en cuando paseando en bicicleta. Luego vino
Socorro, una enfermera como pocas, siempre estaba dispuesta a colaborar tanto en Guardia como en
Sala; todos los que la conocimos guardamos de ella un hermoso recuerdo. No quiero olvidarme de
Idelma Beltrami que fue una de las primeras empleada administrativa y que luego fue mi Secretaria
en el Servicio de Clinica.
En lo personal pasé por todos los escalafones médicos, Practicante, Médico Clínico, Jefe de Sala
y Jefe de Servicio desde 1982 a 1994 cuando me jubilaron de oficio. Formé parte también de la
Junta Ejecutiva desde 1971 a 1973. La misma la componían el Dr. Folino como Director, el Dr.
Sansostri como Subdirector y los señores Pestana, Gaebeler y Roberto Herrera como presidente de la
misma, don Roberto Herrera fue un gran luchador al cual mucho le debe el Hospital. Mi función en
la Junta fue la de Representante Municipal; fue durante ese periodo que se logró la estabilidad de los
profesionales que pasaron a depender de la Municipalidad de Lanús.
En 1983 fue Provincializado.
Finalmente debo agradecer al Hospital Narciso López (mi querido Vecinal) por haberme permitido
desarrollarme profesionalmente.
Pasaron 56 años desde aquel 2 de marzo de 1954,¡¡ cuantos recuerdos, cuanta gratitud hacia mis
compañeros que ya no están, cuantos momentos importantes de mi vida guardan las paredes de este
Hospital ¡!.
Desde que me jubilaron (un momento muy triste para mi) hace ya 16 años encontré en todo el
personal, profesional, enfermeros y empleados muestras de cariño, como así también de los alumnos
de la Unidad que a través de mi actividad Docente me dan nuevas fuerzas para continuar formando
colegas hasta que Dios lo disponga.
Dr. Natalio Frachignoni
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Primeros trabajadores del Hospital Narciso López |
Consultorios externos de la calle Salta |
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Hospital Narciso López,
sus inicios y sus adelantos técnicos...
sus inicios y sus adelantos técnicos...
Como casi todos los proyectos que se van concretando con el tiempo, en alguna mente iluminada se fue pergeñando la idea de construir un hospital para la comunidad de Lanús.
No pretendemos hurgar en los orígenes de esta pujante ciudad sureña; sí sabemos que a las orillas sur del Riachuelo se fueron instalando lentamente pobladores que el progreso iba arrimando a Buenos Aires.
Imaginamos que los primeros paisanos habrían sido reseros, despostadores, inmigrantes y gauchaje vario.
Las barracas, los saladeros , los primeros comercios, el ferrocarril con su primer apeadero en lo que sería después nuestra ciudad y más tarde los frigoríficos fueron poblando el sur.
Seguramente después de Quilmes se fue poblando lo que se llamó Avellaneda, ciudad industriosa si las hay y en sus suburbios, Valentín Alsina, Gerli, Monte Chingolo y por lejos la mejor población surera: Nos referimos a los lanusinos o lanusenses como se los quiera nombrar.
Población laboriosa, humilde, que alrededor del ferrocarril fue ocupando espacios que todavía olerían a quintas de frutales, a pasto, a tambo y a bosta.
Cuando la densidad poblacional fue aumentando algunos hombres y mujeres sintieron la necesidad de crear una comisión que se ocupara de la eventual construcción de un hospital.
Corría el año de 1937, Lanús aun no existía como tal pero ya una comisión de vecinos discutía la conveniencia de fundar un hospital.
Por suerte quedan testimonios de los albores del proyecto. Se han atesorado en la administración del hospital unos cuadernos escolares en donde quedan registradas actas a partir del 30 de Septiembre de 1937.
Actas escritas a lápiz con una bella caligrafía que remite quizás a manos femeninas. Así de sencillas se nos imaginan las reuniones de esos vecinos, que muy bien se los pueden definir como las “Fuerzas vivas” del futuro Lanús.
Con la fecha precisa del acta mencionada, podemos certificar, aunque más no sea como proyecto, la fecha de nacimiento del Hospital: 30 del nueve d 1937.
¡Cuánta agua derivó al Río de la Plata el humilde Riachuelo desde entonces, cuántas generaciones de lanusinos fueron paridos en el Vecinal, cuántas apendicitis, cuántas hernias, cuántas neumonías fueron resueltas!
Seguramente a partir de una vetusta máquina de escribir Remington o Underwood, un simple e indispensable estetoscopio, algún tensiómetro de columna, algún reactivo de Feheling o de Benedict para evaluar glucemias, algunos arcaicos microscopios de bronce con óptica Zeiss, algún aparato de rayos X de poco amperaje, con tambores y cajas de cirugía, esas con bisturí de hoja fija y de filo dudoso, esos mágicos estetoscopios de madera que quizás los expertos aplican aun sobre la panza de las embarazadas de término, se fue equipando el hospital, naturalmente entre muchos más enseres.
Rifas, bailes, mangazos, donaciones y algún que otro subsidio, consiguieron darle concreción a los presupuestos. Sin la pretensión de heroicidad cabe referir que algunos de los profesionales pioneros también contribuyeron donando parte de sus haberes, como seguramente fue donado el tiempo de las comisiones fundadoras.
En síntesis: tiempo, múltiples reuniones, coincidencias, discusiones, votaciones, pero sobre todo voluntad, esfuerzo y mucha obstinación del conjunto anónimo de hombres y mujeres que durante la vida del hospital contribuyeron y contribuyen a la continua superación del mismo.
Con el paso del tiempo, desde el edificio vetusto de la calle Salta, el hospital fue trasladado a la originaria “quinta de Rosa”, quinta de frutales con sus álamos y sus moreras de la calle O ´Higgins
Desde los inicios la complejidad, la aparatología y la cantidad de Servicios brindados se fueron incrementando, transformándolo en un Hospital polivalente oficialmente denominado como: Hospital zonal de agudos Narciso López, pero para los de Lanús siempre se lo conocerá como “ El Vecinal”.
De los originarios presupuestos logrados a pulmón con el apoyo inicial de los vecinos, ya con la designación como Partido de la ciudad de Lanús (1945) y más tarde con la intendencia de Manuel Quindimil las partidas para el hospital eran adjudicadas por la Municipalidad gracias a silenciosas gestiones de profesionales y vecinos. Finalmente el hospital fue integrado a la red hospitalaria de la provincia.
A nuestro entender el hospital en su conjunto tiene la virtud y a la vez el defecto de haber permanecido y aun permanecer “en obra”.
Durante varias gestiones se efectuaron modificaciones que implicaron demoliciones, ampliaciones, reestructuraciones. El departamento de guardia, los consultorios externos, las salas de internación, el departamento de Docencia, los quirófanos, las aulas para conferencias, solo para mencionar algunas secciones, fueron trasladadas, mejoradas, adecuadas a las exigencias del crecimiento de la demanda.
Pero en la gente del hospital existe sobre todo aquella imponderable energía que nace desde adentro, aquél invisible deber que cada hombre y cada mujer que participó y participa de la gestión cotidiana siente como un mandato silencioso, el de orientar, de ayudar, aconsejar y tratar de curar.
No cualquiera está capacitado para trabajar en un hospital, no es una tarea sencilla, muchas veces surge la necesidad de actos de arrojo, por no llamarlos heroicos: paletear un moribundo, intubar un deprimido respiratorio en paro, auxiliar a un baleado a quien se le escapa la vida en el sangrado, pero también es de igual jerarquía el de las enfermeras, que abordan muchas veces con alegría sus deberes, cambiar un suero, higienizar un desvalido, alimentar un prematuro, retirar sábanas sucias, eliminar deyecciones, en fin, duras tareas a realizar.
En una rápida recorrida por distintas secciones del hospital es dable observar con cuántos aparatos cuenta el hospital, como simple referencia, adecuado instrumental en el Laboratorio, Seriógrafo funcionando a pleno, reveladores automáticos de placas radiográficas, ecógrafos convencionales, ecocardiografos , fibro gastro-duoneno-scopios, colonoscopios, , laparoscopios, respiradores, oxímetros, espirómetros, desfibriladores, electrocardiógrafos multicanales…En fin toda una parafernalia en tecnología médica a la que ahora se le agrega un flamante tomógrafo de última generación.
Pero más allá de todo lo dicho,¡ Que intensas son las vivencias en las Guardias! Cuanta silenciosa admiración despierta la tarea docente, el continuo aprendizaje durante las recorridas, en la transmisión de los conocimientos de los que saben más y que lo saben transmitir, en los ateneos, en las conferencias de los invitados de nota, en las jornadas hospitalarias.
Pero no todo es “agua de rosas”, como en toda agrupación humana que convive, también ocurren rivalidades, celos, postergaciones, insufribles vanidades; no es sencilla la convivencia, también se debe lidiar con los turnos a los pacientes, las quejas, las intrusiones, los chismes, las ironías, los errores propios y ajenos.
Habrá seguramente en la enorme gama de las actividades del hombre, muchas que llenan de satisfacción a sus ejecutores, pero la dignísima tarea de l todos los comprometidos en el trabajo hospitalario contiene un ingrediente ético de altísimo nivel que permite, para bajar el alto concepto de lo expresado, poder decir: “Para todo trabajador de la salud, la tarea emprendida, más que tarea es un sacerdocio”.
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Primer equipo de enfermeras del Hospital Narciso López |
Grupo de enfermeras del Hospital |
Primera Comisión del Hospital Narciso López |
La Prensa, Buenos Aires, 9 de Agosto, 1942 |
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Dr. Liberto Bases
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Consultorio de Villa Ofelia...
Villa Ofelia hace ya más de treinta años era un pequeño barrio constituido por humildes y pequeñas casas con una población bastante importante para su extensión, preferentemente de parejas jóvenes con abundante descendencia. Estaba y está ubicada en el extremo Este de Lanús, bordeando con Quilmes y a unas 50 ó 60 cuadras del Hospital Vecinal.
Por supuesto carecía de agua corriente y de cloacas y tampoco tenía ningún Centro Sanitario propio. La mayoría de sus calles carecía de pavimento y estaban en cierto modo por completo aisladas de todo. Solo una línea de colectivos bastante deteriorados la conectaba con la Estación Lanús, pasando frente al Hospital, pero su población carecía la mayor parte de las veces de recursos económicos para concurrir por sus propios medios a hacerse atender y consultaban cuando muchas veces la atención que se les podía suministrar ya llegaba tardíamente.
Cierto día, poco tiempo después de incorporar Residentes a nuestro Servicio y al de Pediatría, fuimos citados por el Intendente de Lanús, que nos planteó el problema de los habitantes de Villa Ofelia y nos solicitó formalmente que tratáramos de común acuerdo de dar una solución a ese inconveniente.
Mantuvimos una serie de entrevistas con mi amigo el Dr. Teodoro Puga, Jefe de Pediatría y finalmente, con el visto bueno del Director del Hospital, Dr. Folino, se decidió enviar una ambulancia del hospital con su chofer y cuatro Residentes, dos de Pediatría y dos de Toco-ginecología, todos los jueves, de 14 a 17 horas a la Villa.
No recuerdo muy bien como organizaron y realizaron su tarea los Residentes de Pediatría, pero yo dispuse que se realizara un control de rutina a todas las mujeres de la Villa, manzana por manzana, por lo menos una vez por año. Ese control se iba a hacer con la colaboración de las denominadas “manzaneras” y consistía en realizar dentro de la ambulancia una pequeña pero completa historia clínica, un examen físico completo, un examen ginecológico, previa extracción de material para la realización de análisis de flujo vaginal y Papanicuolau, una extracción de sangre para realizar una V.D.R.L. para detectar sífilis y una colpòscopía, para lo cual se trasladaba el colposcopio en la ambulancia.
La Jefa de Residentes controlaba los resultados de éstas consultas de rutina, ordenaba cuando era necesario el tratamiento correspondiente o los exámenes complementarios necesarios, las mamografías en mujeres con alto riesgo de cáncer de mama y de común acuerdo con las “manzaneras” los controles ulteriores precisos.
Nuestra acogida en la Villa fue extraordinaria; salvo por alguna ausencia justificada todas las mujeres de cada manzana concurrían sin problemas para su examen y poco a poco se fue realizando el control de rutina en casi toda la Villa.
No solo se fueron localizando y tratando todas las afecciones ginecológicas e incluso no ginecológicas de las pacientes asistidas, sino que se localizaron numerosos casos de cáncer de cuello uterino, muchos de ellos en Estadio 0, es decir, curables en el 100% de los casos y otros tantos cánceres de mama revelados en las mamografías realizadas.
Estábamos ya casi completando la rutina en toda Villa Ofelia y cuando faltaban tres o cuatro manzanas para terminar la primera etapa de éstos exámenes, nos enteramos que al chofer de la ambulancia le habían dado una feroz paliza emboscado por varios facineroso que le decían permanentemente que no debía conducir la ambulancia para Villa Ofelia los jueves por la tarde.
Realizadas discretas averiguaciones al respecto, nos enteramos que las manzanas que nos faltaban realizar eran la denominada “zona roja de Villa Ofelia”, ocupadas en su mayor parte por prostíbulos clandestinos, explotados por “proxenetas” con importante vinculación con numerosos políticos de la zona, a quienes no les interesaban los controles realizados porque se descubriría de inmediato que la mayoría de las mujeres presentarían enfermedades venéreas y serían inhibidas de continuar su labor hasta su curación definitiva.
Fue así que de un día para el otro se debieron suspender, primero provisoriamente y luego en forma definitiva, las visitas a Villa Ofelia; ningún chofer de las ambulancias aceptó cumplir con dichas tareas, pese a nuestra promesa de no realizar los controles en esas manzanas, porque nuestra presencia posibilitaría la concurrencia espontánea de las prostitutas para ser revisadas y por supuesto asistidas.
Ustedes ven de que manera una iniciativa muy importante, dando la solución a un primordial problema sanitario, realizando una verdadera prevención de los dos cánceres mas importantes de la mujer y tratando numerosas enfermedades venéreas como la gonorrea, la sífilis y numerosos casos de flujo genital, terminó abruptamente para favorecer a un pequeño núcleo de proxenetas protegidos por políticos de baja estofa, pero de gran predicamento local.
Los pobladores de Villa Ofelia hicieron sentir sus reclamos y poco tiempo después el Sr. Quindimil creó una Sala de Primeros Auxilios en Villa Ofelia y el problema dejó aparentemente de inquietar, aunque estoy seguro que no se realizan los controles rutinarios como los realizaban los Residentes de nuestro Servicio.
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Todavía no puedo creer que no sé por dónde empezar, me llamo Juan, tengo 36 años, me diagnosticaron herpes genital, perdí toda esperanza en la vida, pero como cualquier otro seguí buscando un cura incluso en Internet y ahí es donde conocí al Dr. Ogala. No podía creerlo al principio, pero también mi conmoción después de la administración de sus medicamentos a base de hierbas. Estoy tan feliz de decir que ahora estoy curado. Necesito compartir este milagro. experiencia, así que les digo a todos los demás con enfermedades de herpes genital, por favor, para una vida mejor y un mejor entorno, póngase en contacto con el Dr. Ogala por correo electrónico: ogalasolutiontemple@gmail.com, también puede llamar o WhatsApp +2348052394128
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